martes, 15 de diciembre de 2009

16,06,08



¿Qué crece en la inhóspita planicie de tu lejanía y la mía?

De hecho… ¿ha crecido ella misma, como hierba que conquista las cercanías entre amapolas y pensamientos, entre eso que aparece como un tú y un yo?

¿Acaso la respuesta no puedo encontrarla en este mundo, material, multiforme, configurado, cromático y táctil?

De pronto, aquello que mi intuición, algo tan intangible, pero casi omnipresente en mi carácter, pues soy mujer y no soy de otra manera, percibe o mejor, presiente que la naturaleza de la distancia y ese sentimiento, quizás algo exagerado, al ser llamado lejanía, responda al rasgo más etéreo, sublime e insondable del alma misma.

Quizás sea el silencio, condena que pagan nuestras voces, tan sólo perceptibles para cada uno, y que han encontrado en las letras, esas tipografías que se enlazan en un juego mágico para intentar dar forma a lo que se quiere decir pero no se puede, aquello que se levanta como un muro que puede ser derribado al mejor estilo de Berlín, el cual en este caso, sus ladrillos y argamasa están hechos de la tinta que corre por mi papel y dibuja mensajes secretos que anhelan llegar al otro lado, a la casa de aquel habitante del “otro lado”, sentarse en su mesa, cenar con él, pasear por la calle, ir al cine y recostarse en su almohada.

¡NO!, ¡no puede ser! El silencio es algo tan mío, que a veces creo que soy yo misma. Ese es sólo mi delirio, no el de todos los inquilinos de esa loca pensión que llamamos mundo, hogar, existencia.

Aunque, podría ser la interrogación, la duda, la incertidumbre…la probabilidad cuántica.

Sí, eso me resulta mucho más creíble, pues obedece a mi incansable capacidad de hacer preguntas, de interrogar. Capacidad que de pronto disfraza algo oscuro y “reprochable”: mi curiosidad insana o mi odiosa pretensión de querer conocerlo todo, de saber y perseguir lo infinito, lo eterno, de escapar de mí, de mi cuerpo, de mis limitaciones o de negarlas; pero sin lugar a dudas, esa fuga desea y se desea a sí misma… desea ser, ser ella. Sí, sólo y siempre ella.
Simone.

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